La tierra de los Ogros, sus desiertos, sus tormentas de arena, sus inmensos templos olvidados llenos de cadáveres…. De haber sabido lo que les esperaba allí, Triturador y su banda de mercenarios nunca habrían descendido tan al sur de las Tierras de Arran. Pero cuando la muerte te pisa los talones, y lo has perdido todo, y es hora de abrazar a la Parca, bien puedes presentarte ante ella como un auténtico culo verde, con el puño cerrado y la rabia en el corazón.

El pueblo de la Tierra de los Vientos ha sido atacado recientemente por los Aggerskells, invasores del norte de Ourann.
Estos temibles guerreros atacan a los clanes orcos y sólo dejan muerte y desolación a su paso.
Kor'nyr, un antiguo kan que se retiró del combate en su mejor momento porque ya no deseaba servir a los intereses de los humanos, ha reunido a varios jefes orcos.
Su objetivo: construir una fuerza capaz de aplastar inicialmente a los Aggerskell, pero también de convertir finalmente a los orcos en un pueblo unido, capaz de decidir su propio destino.

Un día, mientras pescaba, un joven orco llamado Dunnrak encontró un colgante de piedra en el fondo del lago. Al ver el nombre de su hermano grabado en la piedra, Dunnrak no se molestó, salvo porque su hermano murió ese mismo día y su nombre desapareció inmediatamente. El fenómeno no tarda en repetirse, y cada vez que se graba un nombre en la piedra, la persona en cuestión muere. ¿Está loco Dunnrak? ¿Es una piedra de adivinación? ¿Y por qué nadie más puede leer los nombres inscritos en la piedra?