Colección Vertigo #8-11 (de 292)

Colección Vertigo 8. Girl: Simone, una joven de quince años, vive una realidad en la que su progenitor maltrata a su madre e ignora las notas de suicidio de su propia hija. Es disconformista, no sabe donde quiere estar pero sí sabe que no quiere estar donde está. Las cosas empiezan a torcerse cuando presencia una violación a una chica casi idéntica a ella. Se obsesiona con ese hecho para luego descubrir que es su gemela, separada al nacer, que además vive la vida que a ella la gustaría. Todo lo que ocurre a partir de entonces es una consecución de hechos interrelacionados que le hace dudar de si misma. Vuelve el Corintio con una nueva misión, siguen los misterios y las venganzas y Rose Walker viaja a Inglaterra en respuesta a una llamada de su abuela, muerta hace años. Neil Gaiman nos sirve otra entrega de Las Benévolas junto a Marc Hempel y los dibujantes invitados Charles Vess, Dean Ormston y Glyn Dillon.

Los norteamericanos van a buscar el horror a Irlanda y a la Gran Bretaña. Si en algo se han puesto de acuerdo estos dos países ha sido en brindar al comicbook USA, mediante una nueva generación de guionistas, uno los mejores momentos en lo que a historias macabras se refiere.
Primero fue Alan Moore en La cosa del pantano. A él se debe la herencia macabra del Nuevo Mundo en los años noventa. Luego Jamie Delano, en Hellblazer, se despegó del American Gothic y trajo de vuelta a John Constantine (investigador paranormal creado por Moore) hasta las frías calles inglesas, donde la sombra del Partido Conservador hacía más daño que las hordas de demonios. Neil Gaiman se ocupó de la parte onírica y, en los primeros balbuceos de The Sandman, introdujo las influencias de otro británico que revolucionó el género del terror en su faceta literaria, Clive Barker, cuando Stephen King ya parecía haber agotado el jugo de Castle Rock.
¿Quién podía superarlo? ¿Qué otra fórmula podía emplearse para que el cómic “de miedo” siguiera asustando? Garth Ennis encontró el modo: vamos a pegarles donde más les duela.
Y eso es precisamente lo que hace en Predicador: incluye en esta obra todo lo censurable, retorcido, amargo y prohibido que pueda atentar contra la puritana sociedad norteamericana y contra la modosa concepción de los comicbooks que tienen allí: lenguaje obsceno, galería de freaks (los más desagradables del momento), destrucción de iconos religiosos, ultraviolencia y bastante carga sexual.
Jesse Custer debe su nombre a un bandido que aterró a colonizadores adinerados; y su apellido al de un militar psicópata que masacró sin piedad a la población indígena de los Estados Unidos. Una buena tarjeta de visita.
Jesse Custer, aunque en el bando de los buenos (si los hay), sodomiza a los Estados Unidos, a sus pasiones más bajas y sangrientas… porque el mundo del cómic, gracias a Garth Ennis, todavía da miedo. Cels Piñol
Los Quill podrían Pasar por una familia como cualquier otra, pero tienen unos hábitos alimenticios ligeramente peculiares: comen carne humana.
Peter Milligan y Dean Ormston cocinan una sabrosa historia sazonada con un humor excelente.
¡Buen Provecho!